¿Te adaptas y permaneces en lo que no te hace feliz?

10.04.2020

Si se pone una rana en un cazo de agua hirviendo, la rana salta para escapar. Pero si el cazo está al fuego y lleno de agua fría, la rana poco a poco ajusta su temperatura corporal a la del agua, manteniéndose en una cierta comodidad que le impide darse cuenta de que el agua está calentándose y de que si no salta, acabará muerta. Cuando el agua está a punto de hervir, la rana no puede aumentar más su temperatura e intenta salir, pero como ha gastado todas sus energías adaptándose al agua, ya no le quedan fuerzas suficientes.

Esta fábula de Olivier Clerc convertida por desgracia en un experimento real (que demostró que si el agua se calienta a 1,2 grados cada hora la rana permanece dentro del agua y muere), pone de manifiesto los peligros de la sobreadaptación, el conformismo y la falta de contacto interno.

Actuamos bajo el síndrome de la rana hervida cuando nos adaptamos consciente o inconscientemente a situaciones, personas o relaciones que nos resultan perjudiciales y que desfavorecen de alguna manera nuestro bienestar mental, emocional o físico.

 

EL ARTE DE ADAPTARSE A LO DAÑINO

Todas conocemos a alguna persona que nunca se queja, que se adapta a lo que sea, que no discute y que «traga» con casi todo. También a alguien que mantiene una relación de pareja desigual, infeliz o abusiva durante largo tiempo. Vemos muchas personas que, confundiendo el amor a otra persona con el olvido de sí mismos, o bajo la creencia de estar manteniendo una actitud de madurez, no están siendo capaces de enfrentarse a la realidad de una situación que les da miedo o les resulta dolorosa.

Así, nos situamos como víctimas sufrientes de lo que «nos ha tocado» vivir o de lo que «nos hacen» los que calificamos como personas tóxicas(el papel de víctima suele ser bastante agradecido y facilita enormemente la evitación de las responsabilidades).

Sin darnos cuenta, muchas veces nos metemos en la olla y ponemos nosotros mismos el agua a calentar: la anestesia interna en forma de falsa paz y tranquilidad,el «hacer la vista gorda», permanecer en lo que nos daña y el abandono de lo que realmente necesitamos o sentimos, es lo que nos va hirviendo poco a poco dentro de nuestra propia agua.

Acabamos por desconectarnos y hacer invisibles nuestras necesidades, deseos y emociones reales.

Lo que mato a la rana no fue el agua calentandose y dejar que hierva, si no su incapacidad de saber que podia saltar...


G.M Ana Lucia Urrutia Silva.



     

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